
El presidente turco Recep Tayyip Erdogan y el primer ministro, Ahmet Davutoglu
Debateplural.com, comparte con los lectores el artículo de Luis Rivas, titulado «Bruselas con Ankara, un ridículo por conveniencia», publicado en Sputniknews.com, en fecha 6 del mes de mayo de 2016.
La necesidad y la desesperación llevan a veces al ridículo, los dirigentes de la Unión Europea conocen bien ese sentimiento y lo han vuelto a vivir a principios de mayo.
Para la UE, de los 72 criterios exigidos a Turquía para avanzar en las negociaciones, solo 5 quedan por cumplir, entre ellos los referidos a terrorismo y corrupción.
Los «formidables progresos» enunciados por Bruselas deben sorprender a los activistas proderechos humanos, a los periodistas, a los miembros de la minoría kurda del país… e incluso al hasta ahora primer ministro, Ahmet Davutoglu, cesado por el presidente Recep Tayyip Erdogan, por convertirse en un obstáculo a sus sueños de poder absoluto.
La UE, es decir, los gobiernos de los 28 países que la forman, prefieren cerrar los ojos ante las medidas cada día más liberticidas del presidente turco.
De puertas para adentro, las críticas a Ankara se hacen en voz baja, solo para el consumo interno de unos ciudadanos europeos que asisten asombrados al triunfo recurrente de la mentira y la hipocresía.
La necesidad de la UE de impedir la llegada masiva de refugiados a su territorio ha sido el mejor trampolín para el impulso a los delirios de grandeza de Erdogan. Davutoglu se había convertido en el último obstáculo para el presidente, que priva a la canciller alemana, Ángela Merkel, de su interlocutor privilegiado desde que el pasado mes de marzo llegaran al acuerdo para anclar en territorio turco a todo aspirante a cruzar las fronteras del espacio Schengen.
Davutoglu era considerado por los medios de prensa europeos como el «moderado» en el dúo de poder ahora disuelto por Erdogan. Se señala que entre sus proyectos figuraba retomar las negociaciones de paz con los representantes de la guerrilla kurda y se insiste en su supuesta posición a la represión de los periodistas. Se tiende a embellecer el papel de las víctimas. Está ahora por ver si desde fuera del gobierno, Davotoglou confirma la visión positiva de los europeos.
En el apartado exterior, el presidente pasó de presumir de la teoría de «cero enemigos», a enemistarse con Damasco, Teherán y Moscú.
Erdogan tiene ahora vía libre para elegir a un fiel como sustituto del ‘premier’. Importa poco el nombre del futuro inquilino del palacio de Cankaya. Será alguien que se limitará a cumplir las órdenes y deseos del jefe del Estado, alguien que aplaudirá cada paso de Erdogan hacia su empeño en cambiar la Constitución para hacer del turco un régimen presidencialista.
Se teme que las garantías escritas que subrayan el carácter secular del país se eliminen en aras de una islamización que Erdogan anhela sin tapujos.
Pero Europa cierra los ojos. Entre refugiados de Oriente e inmigrantes turcos, opta por la segunda opción, atado de pies y manos por Erdogan, el principal beneficiado de la crisis que ha descompuesto a la UE.
No se vislumbra en Europa ningún político capaz de expresar públicamente al presidente turco las inquietudes sobre su acción política interna y externa. Una actitud que aleja aún más a los dirigentes europeos de sus propios conciudadanos, una mayoría de europeos se opone a la entrada de Turquía en la UE, según sondeos llevados a cabo en los 28 países de la Unión.