Las áreas protegidas están ampliamente reconocidas como la piedra angular de la conservación de la biodiversidad; de ecosistemas importantes para la supervivencia del ser humano.
Podemos citar entre ellos fundamentos básicos para la generación de empleos, alimentos, agua, valores culturales y espirituales, salud y recreación, conocimiento, mitigación al cambio climático y desastres naturales, entre otros. Se hace cada vez más necesario demostrar y dar a conocer a la ciudadanía la forma en que las áreas protegidas contribuyen con el bienestar de los seres humanos, de manera que su importancia sea valorada y reconocida. Toda acción que contribuya a posicionar las áreas protegidas dentro de la sociedad y dentro de la estructura institucional del Gobierno debe asumirse como un compromiso tanto individual como colectivo.
El cambio de percepciones del valor de las áreas protegidas y su relación con el bienestar social y económico es un proceso que requiere de una estrategia de comunicación y educación coordinada y consistente.