Ofelia Berrido (Hoy, 4-12-10)
La infancia de Gabriela Mistral vivida en el valle de Elqui, Chile, ejerció gran influjo en su obra y la imagen de Petronila, su madre, una mujer tierna y conversadora, fue el atrio del universo de la palabra en el cual se desenvolvería.
Pero el destino cambió su rumbo y ya no fue blando con Lucila quien desde los tres años experimentó el sufrimiento que provoca la pérdida cuando su padre, Juan Godoy, maestro y amante de la literatura, abandona la familia. Hecho que se convierte en un acto de muerte ya que la niña jamás volvería a verlo.
Su madre decide mudarse y establecerse en Montegrande, un lugar hermoso y lleno de misterio. Muchos fueron los versos que escribió a su tierra y a las tierras de toda América como lo fue la Noche de Metales:
Dormiremos esta noche/ sueño de celestes dejos/ sobre la tierra que fue/ mía, del indio y del ciervo, / recordando y olvidando/ a turnos de habla y silencio
Junto a su abuela conoce, estudia y entiende el firmamento poético y místico de la Biblia, libro sagrado que conmovió su vida y su obra enormemente.
En 1908 apareció el primer poema publicado con el seudónimo de Gabriela Mistral: nombre que honra al italiano Gabrielle D´Annunzio y al francés Frédéric Mistral, dos de sus escritores preferidos.
Luego conoció a Romelio Ureta, su gran amor, quien se suicida por supuestos problemas económicos. Nueva vez la muerte la acompaña.
Y con versos llora: Del nicho helado en que los hombres te pusieron, / te bajaré a la tierra humilde y soleada. / Que he de dormirme en ella los hombres no supieron, / y que hemos de soñar sobre la misma almohada.
La Mistral obtuvo el primer premio con los Sonetos de la Muerte en los Juegos Florales de Santiago. Acto seguido, Manuel Magallanes, uno de los jueces del concurso quedó tan impactado con su poesía que le escribió pidiéndole que le permitiera intercambiar cartas. Gabriela aceptó.
La afinidad intelectual y espiritual se hizo evidente y la relación epistolar fue tomando un tono amoroso. Pero aquella relación secreta, también concluyó; ¡otra muerte!, porque todo lo que acaba no es más que una muerte en el microcosmos de la existencia.
La vida de Gabriela cambió, su creatividad se hizo más fecunda. Fue nombrada Directora del Liceo de Niñas de Punta Arenas. Logró vacaciones de invierno para los niños; estableció la escuela nocturna para adultos y favoreció la creación de bibliotecas. En el invierno de esta ciudad logró el título de su libro Desolación.
Fue convidada a México por José Vasconcelos para que participara en los planes de la gran reforma educacional. Redactó nuevas modalidades de leyes como la de Jubilaciones de los maestros rurales que luego sería adoptada por el resto de América; inventó el método de enseñanza de las primeras letras para campesinos y comunidades marginales; creó las escuelas nocturnas y organizó las Bibliotecas ambulantes.
La poeta dictó conferencias en varias universidades de los Estados Unidos de América, se embarcó a Europa y publicó en Madrid su poemario Ternura. Fue representante de Chile y se relacionó con personalidades como L. Henri Bergson, Madame Curie, Paul Valery, Miguel Unamuno y Paul Riverty.
Para ese entonces adoptó a su sobrino Juan Miguel Godoy Mendoza, al que cariñosamente llamaba Yin Yin. El niño era hijo de su hermanastro Carlos Godoy. Aunque algunos biógrafos aseguran que se trataba de su propio hijo.
Continuó sus viajes y en 1931 visitó la República Dominicana según nos deja saber el escritor mocano Julio Jaime Julia quien en su ensayo Alabanza de Gabriela Mistral nos dice: Apenas tres días, pasó Gabriela en Santo Domingo. Los suficientes para dictar un par de conferencias brillantísimas y recibir el vibrante homenaje de reconocimiento y admiración de la intelectualidad dominicana…
Según Margarita Cordero la poeta fue amiga de nuestro país y proclamó su apoyo a la causa nacionalista contra la primera y ominosa intervención norteamericana.
Dos años después publicó Tala, su tercer poemario. En 1940 fue trasladada a Brasil adonde viajó con su hijo Yin. Allí estableció contacto con el escritor Stefan Zweig y en poco tiempo creció entre ellos una gran amistad. En 1942, ante la amenaza de ser entregados a los nazis Stefan Sweig y su mujer se suicidaron. ¡El dolor que sintió Gabriela fue tremendo!
Al año siguiente el 14 de agosto de 1943, la muerte despiadada que se llevaba a todos los que amaba, sacudió la existencia de Gabriela como nunca antes: Yin Yin, su hijo, se suicidó por desamor.
Gabriela se ahogaba, el sufrimiento la asfixiaba Cada vivencia límite marcaba su obra de manera sustancial. Jamás volvió a ser la misma y envuelta en una tristeza infinita se sumergió en la escritura.
El 15 de noviembre de 1945 cuando las mujeres aun no votaban en su país. Gabriela Mistral se convirtió en el primer escritor suramericano en ser galardonado con el Premio Nobel de Literatura. Los homenajes no cesaron: En París recibió el grado correspondiente a la Legión de Honor, en Italia el doctorado Honoris Causa de la Universidad de Florencia
En California, inicia una gran amistad con Thomas Mann, quien cuando partió de Estados Unidos cedió a su mano derecha, su secretaria Doris Dana, a la escritora. Desde entonces, Doris acompaño a la Mistral hasta el final de sus días.
Su salud empezó a deteriorarse, pero aun así tuvo energías para publicar su libro Lagar en Chile. Murió de cáncer en Nueva York en la tranquila madrugada del 10 de enero de 1957. Hoy, sus restos yacen en Montegrande junto a los de su hijo Yin Yin.
Esta es la vida de Gabriela Mistral poeta que escribió sobre su patria, los indígenas, los desposeídos, la libertad, lo sagrado, la muerte y la vida. Una mujer que se adelantó a la forma de pensar de su tiempo y que vivió para servir.
Fue un ser extraordinario que impactó de forma importante la época en que le toco vivir rebozada como estaba de nuevas y buenas ideas y animada por la fuerza vital que la caracterizó y que le permitió realizar proyectos impensables para las mujeres de su tiempo.
Esta magnífica escritora de versos atormentados e iluminados y de espléndida prosa era una mujer apasionada y tierna, fuerte y frágil que vivió los extremos de la vida. Y así la existencia la tocó en la esencia de su ser e hizo brotar de ella, como zumo de vida, una poesía proveniente de las honduras del ser: canto desesperado, muerte y llanto; exaltación de lo sublime, luz de la vida y naturaleza en su magnificencia. Y es así como Entre la vida y la muerte se gestó la obra de Gabriela Mistral.