Álvaro Verzi Rangel (Rebelion, 10-8-18)
En nombre de la ¿democracia?
La derecha venezolana tratar de imponer la matriz del autoatentado, y de obligar al gobierno a mostrar nombres y señas de los detenidos y otras evidencias, y de convertir esto en un asunto de su palabra contra la de sus enemigos.
Mientras, desde sectores maduristas se trata de censurar a los críticos del proceso, instándolos a cerrar filas ante los peligros, quizá olvidando lo que Hugo Chávez sostenía (el 4 de enero de 2004 ante los movimientos de pobladores): “Hagamos la crítica nosotros mismos pero sin ningún complejo de que le hará daño al proceso. No, no le hace daño, le hace bien, siempre que se haga con lealtad a los procesos y a los principios, siendo la ética la que prevalezca”.
Laiguiana.tv hace un recuento largo desde 2002 a la fecha, que retrata a un sector político que o bien propugna la violencia y las rutas inconstitucionales o mira para otro lado cuando los grupos extremistas los están poniendo en marcha. En 2002 fue el golpe de Estado casi clásico, el reality show de Plaza Altamira y el paro-sabotaje petrolero y empresarial, en 2004 comenzaron las guarimbas y se jugó una carta paramilitar.
Entre 2005 y 2012 hubo un interregno “pacífico” con boicot a las elecciones parlamentarias; en 2013, la descarga mortal tras la derrota de Henrique Capriles ante Maduro, con saldo de muertos y heridos; en 2014 comenzaron las guarimbas II con mayor número de víctimas, en 2015 hubo otro paréntesis de paz, con triunfo opositor en elecciones parlamentarias, guerra económica interna y comnienzo del bloqueo externo.
En 2017 se recargaron las guarimbas, con jóvenes y adolescentes utilizados como carne de cañón, intimidación con violencia contra la elección de la Asamblea Constituyente, y en 2018 el b loqueo económico, boicot del diálogo e intento de magnicidio. Todo parece indicar que estamos ante un nuevo récord de la oposición en cuanto a la profundidad de la transgresión cometida y de los niveles de violencia que ella podría causar, señaló laiguana.tv
Terrorismo mediático
No puede resultar sorprendente el silencio de los medios de comunicación hegemónicos sobre el atentado terrorista en Caracas: la desinformación, la invisibilización, las fake news o la mentira continua, es su razón de ser, La misma desinformación, la tergiversación, la inculcación de dudas, los comentarios sobre la inexistencia misma del atentado, llevan a la imposición de imaginarios colectivos que poco tienen que ver con la realidad.
Diarios, blogs, redes sociales, televisoras, todos cartelizados para imponer el terror mediático. ¿Ejemplo? CNN en español interrumpió el 7 de agosto la transmisión del discurso de Maduro cuando éste comenzó a mostrar videos, grabaciones telefónicas, fotos, confesiones, nombres de los detenidos y prófugos.
El periodista peruano-miamero Jaime Bayly , confesó que hubo una reunión en EEUU para planificar el atentado contra Maduro , que se hizo días antes del atentado fallido y el periodista asistió. “Mis fuentes me invitaron y fui, y me dijeron el ‘sábado vamos a matar a Maduro’. Yo le dije ‘hágale’”, se vanaglorió Bayly el lunes 6 durante su programa de televisión, cuando, además, ofreció comprar un dron más para el atentado,
Los diarios hegemónicos de la región, que derrochan desde hace casi dos décadas espacios para atacar a Venezuela, apenas dieron la noticia de un acto terrorista que intentó acabar de una vez con autoridades civiles y militares que ocupaban la tarima, hablando de un “presunto atentado”, a pesar de las pruebas, los videos, las grabaciones.
El bloqueo impuesto ahora a la difusión de noticias derivadas de la investigación del terrorismo es un atentado al derecho de los pueblos a la información pero a la vez constituye una afrenta al periodismo y su código de ética que rechaza toda forma de censura y defiende el derecho a informar y ser informado, señala el veterano periodista chileno Manuel Cabieses.
«El silencio en este caso es complicidad con el terrorismo. Tiene que quedar claro quiénes imponen esta censura”, añade.