La Agencia Central de Inteligencia fue creada tras la aprobación por parte del Congreso de Estados Unidos de la Ley de Seguridad Nacional de 1947, promulgada por el presidenteHarry S. Truman. Su creación se inspiró en los éxitos de la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS) durante la Segunda Guerra Mundial, que había sido disuelta en octubre de 1945, tras el final de la guerra, y sus competencias transferidas a los Departamentos de Estado y de Guerra. En noviembre de 1944, William J. Donovam, el creador de la OSS ya había propuesto al presidente estadounidense, Franklin Roosevelt, crear una nueva organización bajo la supervisión directa del Presidente que «consiguiera información de inteligencia tanto con métodos reconocidos como encubiertos y al mismo tiempo, proporcionarle una orientación estratégica a esa inteligencia y determinar los objetivos nacionales en inteligencia y compartirla con las demás agencias gubernamentales». Este plan pretendía crear una poderosa agencia que centralizara y coordinara a todos los servicios de inteligencia. También se propuso que la agencia tuviera autoridad para llevar «a cabo operaciones subversivas en el extranjero pero sin desempeñar funciones policiales o de orden público ni en Estados Unidos ni en el extranjero».
Predecesores y fundación, de la OSS a la CIA
Tras la disolución de la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS) en la inmediata posguerra, sus actividades, como se ha mencionado anteriormente, pasaron a varios departamentos del Gobierno de Estados Unidos. El nombre de «Central Intelligence Agency» (CIA) fue puesto sobre la mesa a finales de 1945 por los altos mandos del Ejército y la Marina James Forrestal y Arthur Radford en un Comité del Senado sobre Asuntos Militares. A pesar de ello, la creación de una agencia que centralizara todas las actividades de inteligencia era rechazada por los militares, el Departamento de Estado y el FBI. Sin embargo, en enero de 1946, Truman creó la llamada Autoridad Nacional de Inteligencia (National Intelligence Authority) y su extensión, el Grupo Central de Inteligencia (CIG), una organización de inteligencia provisional independiente y separada del resto del aparato del Estado bajo autoridad directa del presidente. En la posguerra también se había creado la Unidad de Servicios Estratégicos (SSU), un núcleo de inteligencia clandestina, cuyos activos fueron transferidos al CIG a mediados de 1946, creando la Oficina de Operaciones Especiales (OSO), actual Directorio de Operaciones.
En septiembre de 1947 fue creada oficialmente la CIA, junto al Consejo de Seguridad Nacional, por la Ley de Seguridad Nacional de 1947. Su primer director fue el contralmirante Roscoe H. Hillenkortter. En junio de 1948, la Directiva del Consejo de Seguridad Nacional de la Oficina de Proyectos Especiales (National Security Council Directive on Office of Special Projects o NSC 10/2) dio autoridad a la CIA para realizar operaciones encubiertas «contra Estados o grupos extranjeros hostiles o en apoyo de Estados o grupos extranjeros amigos»; pero, según especificaba, «las operaciones deben ser planificadas y realizadas de forma que el Gobierno de Estados Unidos no pueda tener responsabilidad sobre ellas y que no resulten evidentes a ojos de personas no autorizadas; en caso de que fueran destapadas, el Gobierno de Estados Unidos podrá negar cualquier responsabilidad en ellas». En 1949, la Central Intelligence Agency Act concedió y autorizó a la CIA a usar procedimiento fiscales y administrativos confidenciales, a la vez que la eximía de las limitaciones habituales en el uso de fondos del Gobierno federal. También permitía a la CIA mantener en secreto sus organizaciones, funciones, funcionarios, cargos, salarios o número de personal empleado. Simultáneamente se creó el programa PL-110 que tenía por objetivo proporcionar apoyo económico y dar nuevas identidades a desertores o grupos de personas llamados «extranjeros esenciales».
Guerra Fría
Estas secciones abarcan su historia desde su fundación hasta 1991. Para una mayor precisión, sus operaciones se han dividido por continentes y siguiendo un orden cronológico propio en cada sección. Hay que recordar que los mayores éxitos no se conocen, porque la operación más exitosa es aquella que cumple sus objetivos sin que la agencia haya sido identificada como la autora. Llegó a contar con un gran entramado de agentes, era reconocida como la mejor pagadora y disponía de grandes incineradoras capaces de quemar toneladas de papel al día con información innecesaria.
Europa
Tras su creación, comenzó sus operaciones en Europa en 1947. Su primera intervención de relieve ocurrió en Italia en 1948, durante la campaña de las elecciones generales de 1948. En aquellas elecciones, el Partido Comunista y el Partido Socialista se presentaron juntos, lo que constituía una posibilidad real de que ganaran las elecciones. Ante ello, la CIA, en colaboración con la derecha italiana, organizó una campaña contra la izquierda a través de cartas, programas de radio y publicaciones de libros y periódicos donde «advertían a los italianos de las nefastas consecuencias que traería una victoria del comunismo». La revista TIME también respaldó la campaña colocando en portada al líder democristiano Alcide De Gasperi y anunciando que «una victoria de la izquierda pondría a Italia al borde de la catástrofe». La propia CIA admitió haber proporcionado un millón de dólares a los «partidos de centro»; además fue acusada de publicar de manera encubierta cartas falsas con el fin de perjudicar a los dirigentes del PCI. Mientras, los democristianos atacaban a la coalición de izquierdas declarando que en los países socialistas «la gente se come a sus propios hijos» o que «en la cabina de votación, Dios te ve, Stalin no». El agente de la CIA Felton Mark Wyatt, diría sobre la entrega de dinero a los democristianos:
Teníamos bolsas de dinero que entregabamos a los políticos seleccionados para sufragar sus gastos políticos y sus gastos de campaña, como carteles, y folletos.
La democracia cristiana acabó consiguiendo la mayoría en las elecciones por un holgado margen.
Algunos de los primeros fracasos de la CIA en Europa fueron la llamada Subversión de Albania (Albanian Subversion), un fallido intento de la CIA y el MI6 británico, utilizando expatriados albaneses y agentes no comunistas de los servicios de Italia, Grecia (ver Guerra Civil Griega) o Yugoslavia, para realizar operaciones encubiertas con el fin de desestabilizar al Gobierno albanés. La operación fue rápidamente frustrada cuando un topo soviético descubrió y comunicó los planes a la Unión Soviética, que rápidamente se los transmitió a la propia Albania. Otro notable fracaso de la CIA fue la operación Oro (1954-1956), que consistía en excavar un túnel bajo la Berlín dividida con el fin de interceptar las comunicaciones del cuartel general de la Unión Soviética en la ciudad. La operación se vio frustrada por la existencia de un agente doble en los servicios británicos, que colaboraban con la CIA, George Blake. En cambio, uno de sus éxitos fue el descubrimiento de SMERSH. En 1960, el espionaje de Estados Unidos sobre la Unión Soviética quedó al descubierto con el incidente del U-2, un suceso que dejó en evidencia a Estados Unidos a nivel internacional, pues en principio negó el incidente.
Durante toda la Guerra Fría las operaciones de la CIA y la OTAN en general en Europa giraron en torno a la estrategia de la tensión, que se dividía en distintos tentáculos en varios países, el mayor de ellos fue Gladio, en Italia, si bien las operaciones se extendían a Austria, Bélgica, Chipre, Finlandia, Francia, Alemania, Grecia, Noruega, Holanda, Portugal, Reino Unido, España, Suecia, Suiza y Turquía. La operación Gladio es la más célebre de las operaciones encubiertas de la CIA en Europa, tanto por su longitud en el tiempo como por sus implicaciones en la historia de Europa occidental. Creada alrededor de la década de 1950, su existencia fue reconocida por el entonces Director de la CIA William Colby en 1979 y confirmada por el Presidente del Consejo de Ministros de Italia Giulio Andreotti en 1990.
La operación Gladio era una red secreta anticomunista que mediante organizaciones paramilitares, atentados terroristas, propaganda y operaciones de falsa bandera (con objeto de organizar montajes) intentó debilitar y criminalizar principalmente al Partido Comunista Italiano, el mayor partido comunista del mundo capitalista. Aunque nunca hubo ninguna condena en firme, el historiador suizo Daniele Ganser sostiene que en Gladio también estaban involucrados los servicios secretos italianos, elementos de la extrema derecha, incluyendo organizaciones terroristas (ej. Ordine Nuovo) y el Gobierno italiano, que durante toda la Guerra Fría estuvo en manos de la democracia cristiana. Sus actividades se intensificaron durante los llamados años de plomo en la década de 1970, donde muchos atentados de la extrema derecha fueron premeditadamente achacados a las organizaciones de izquierda como las Brigadas Rojas, con el fin de desprestigiar al PCI que obtenía aproximadamente un tercio de los votos. Según el periódico italiano Il Messaggero (1984) al menos un miembro de la extrema derecha italiana ligada a Gladio podría haber participado en la matanza de Atocha de 1977, en España ―también se especula su participación en ese país en los sucesos de Montejurra y el Caso Scala―.
Alemania Occidental fue el otro país en importancia para la agencia en Europa occidental tras Italia. Una de las mayores operaciones de los servicios secretos fue la violación sistemática del secreto postal en la República Federal desde su constitución y hasta la década de 1970. En su libro Alemania vigilada. El control de correos y teléfonos en la antigua República Federal, el historiador de la Universidad de Freiburg Josef Foschepoth, sostiene que durante décadas la Alemania capitalista confiscó, abrió y destruyó unos 100 millones de envíos postales procedentes de la Alemania comunista, cifra que asciende a entre 250 y 300 millones de incautaciones si se le suman los procedentes de países aliados. Foschepoth decía:
¿La democracia de Adenauer era un «estado liberal moderno»? Mas bien fue un estado autoritario sostenido por una administración llena de ex nazis reconvertidos que mantuvo, por lo menos en los años cincuenta muchos “paralelos” con la RDA estalinista ante la que se presentaba como “mundo libre”. La persecución de la izquierda aporta ejemplos abrumadores a ese respecto.
Foschepoth también indaga en que entre 1951 y 1968, se emprendieron en la RFA más de 200 000 procesos contra comunistas e izquierdistas ―incluida la ilegalización del Partido Comunista (KPD) en 1956― y que 10 000 personas fueron encarceladas por esta condición. Además, millones de personas estuvieron bajo vigilancia o no se les permitió acceder a determinados puestos de trabajo por su ideología. Algunos autores sostienen que en el transcurso de la Guerra Fría el Gobierno alemán era de facto un gobierno títere de Estados Unidos, que tenía como brazo ejecutor a la CIA y al BND alemán. La muerte de los líderes del grupo Fracción del Ejército Rojo (RAF) en 1976 y 1977 es un tema de controversia en el que se especula que la inteligencia occidental y el Estado de la RFA pudieron jugar un papel determinante.
Dentro del bloque socialista quizás sus mayores éxitos fueron en el espionaje de la Unión Soviética, pues entre 1970 y 1990 la CIA logró controlar y monitorizar con eficacia el crecimiento económico del país, así como su gasto, operaciones militares y potencial nuclea