PRESUPUESTOS DE LA VIOLENCIA
El análisis de la violencia lleva a formularse preguntas no solo acerca de su origen (por qué) y manifestación (qué), sino y más aún sobre su finalidad (para qué) y a quién sirve (para quién). Responder estas preguntas hace necesario partir de ciertos supuestos que permitan analizarla, para hacerlo en este texto se sigue, como se indicó, el derrotero señalado por Martín-Baró (2003: 80 y ss.) que se complementa con los siguientes aspectos:
La diversidad de la violencia. La violencia se presenta en diferentes formas y tipos:
- Autoinfligida, interpersonal.
colectivo-estructural, cada una con distintos subtipos cuya naturaleza es diferente ya que puede ser física psicológica y sexual o por negligencia abandono omisión (OMS, 2003: 6), lo que significa que no se pueden generalizar los actos violentos como si fueran iguales. Por ejemplo, un solo acto puede estar dentro de la violencia colectivo-estructural y en el subtipo de la violencia política, la cual puede ser ejercida tanto desde el Estado (mediante la policía o las fuerzas armadas, entre otros), como por las organizaciones políticas legales (partidos políticos, sindicatos, asociaciones, etcétera) y los grupos alzados en armas (como . Además, esta violencia puede ser expresada de manera física (lesiones, asesinatos), psicológica (mensajes emitidos con la finalidad de polarizar o atacar a uno u otro bando, por ejemplo llamarlos «extremistas», «genocidas», «terroristas», etcétera), sexual (violaciones) y por abandono u omisión (huelgas de hambre o suprimir los alimentos como parte del proceso de tortura, entre otros.
b) La apertura humana a la violencia y la agresión.
Se toma en cuenta aquí los aportes teóricos de Fromm (1975), quien señala que la naturaleza histórica del ser humano se encuentra abierta hacia potencialidades de todo tipo , es decir, el hombre puede o no ser agresivo, lo que dependerá de las condiciones históricas en las cuales se encuentre y de cómo esté configurado su sistema de personalidad. Así pues, el ser humano se encuentra abierto hacia la violencia, lo que significa que la puede ejecutar; el que lo haga o no quedará determinado necesariamente por las condiciones histórico-sociales en las que se desenvuelva y también por la formación de su personalidad.
c) El carácter histórico de la violencia
Debido a este carácter es imposible entender la violencia fuera del contexto y el tiempo en los cuales se produce. Cada cultura es diferente, lo que hace que el acto de violencia también lo sea. Esto implica que el estudio de la violencia no podría realizarse con solo analizar el hecho o el acto concreto, sino que también importan sus antecedentes, predisponentes y desencadenantes, al igual que sus efectos en el corto y el largo plazo.
Cada conflicto que se genera no obedece solo a determinantes inmediatos, sino que asienta sus raíces en un primer hecho que lo origina y es a partir de ahí que se desenvuelve. A lo largo del tiempo han existido múltiples conflictos, cada uno con sus propios determinantes históricos; si no los tomáramos en consideración señalaríamos que subyacen en nuestro instinto de destrucción (Freud, 1979: 58) o que siempre han existido y, lo que es peor, que siempre existirán, fatalismo que obvia los determinantes históricos por los cuales se genera la violencia.
Como indica Martín-Baró al referirse al análisis sesgado del aquí y ahora:
… esa reducción abstrae a los individuos o a los grupos de su historia, es decir, de todos aquellos factores y procesos necesarios para dar razón de ser suficiente sobre los elementos presentes en el espacio vital. Un presente sin pasado, un aquí sin allí, termina por convertirse en una naturalización positivista de lo dado que cierra las posibilidades para comprender el carácter ideológico de las realidades grupales.[…] Al privar conceptualmente de su carácter histórico a los procesos grupales se cierra de antemano la posibilidad de un análisis psicosocial. Es decir, a un examen de lo ideo-lógico en las acciones de grupo (1989: 204-205).
d) La incertidumbre de sus límites
Un acto violento lleva usualmente a otro como efecto sobre quien lo recibe y puede transmitirse a otras personas, lo que se denomina la espiral de la violencia, pues esta se incrementa tanto cualitativa como cuantitativa-mente, lo que hace imposible establecer sus límites. Esto se puede entender, por ejemplo, en aquellos países como el nuestro que han sufrido guerras internas cuyas secuelas continúan en las personas y se transmiten inter-generacionalmente (Theidon, 2004: 76).
COMPONENTES DEL ACTO VIOLENTO
- Estructura formal del acto
Es la forma en la cual se ejecuta el acto, su operacionalización. Se puede comparar los casos de dos personas ejecutadas, una de ellas en el transcurso de un enfrentamiento, mientras la otra, tras un proceso de ensañamiento y tortura. En ambos casos el fin es igual; sin embargo, el procedimiento varía. Conociendo la formalidad del acto como una totalidad de sentido se podrá señalar si fue un acto de violencia o de agresión, asimismo se distinguirá entre la violencia final u hostil y la violencia instrumental (Myers, 2003: 385).
Este testimonio nos ayuda a entender el carácter instrumental de la violencia en ciertos contextos, vemos que esta no siempre tiene como finalidad el dañar a otras personas, a pesar de que esto ocurra, sino, como en este caso, proteger a un grupo mayor: la comunidad
- Forma personal del acto
Se trata de la propia marca o el sello personal del que lo ejecuta, lo cual depende de las actitudes formadas en la persona para llevar a cabo el acto; así como cada persona piensa de manera diferente, los actos violentos también lo son: mientras algunos agreden tímidamente, otros se ensañan sádicamente contra sus víctimas
- Contexto posibilitador
Se trata de la propia marca o el sello personal del que lo ejecuta, lo cual depende de las actitudes formadas en la persona para llevar a cabo el acto; así como cada persona piensa de manera diferente, los actos violentos también lo son: mientras algunos agreden tímidamente, otros se ensañan sádicamente contra sus víctima Aquí se trata tanto del contexto mediato (social) e inmediato (situacional) en el que se desenvuelve un individuo, lo cual lo conduce o no a actuar violenta o agresivamente. Respecto del contexto mediato de la violencia, se considera que la violencia presenta un carácter multidimensional. Los fenómenos que acompañan el comportamiento violento cruzan constantemente las fronteras entre individuo, familia, comunidad y sociedad y, a su vez, sus consecuencias abarcan estos ámbitos (Unicef, 2006: 22). Por tanto, teniendo en cuenta que la violencia no puede ser explicada por factores aislados, ya que es resultado de un sistema, consideramos importante el aporte de Bronfrenbrenner (1987), según el cual se puede afirmar que «la violencia es el resultado de la acción recíproca de factores individuales, relacionales, comunitarios, sociales y temporales» (enfoque ecológico). Esta perspectiva también es asumida por la OMS (2003: 13), que señala: «la forma en que estos factores están vinculados con la violencia es uno de los pasos importantes en el enfoque de salud pública para prevenir la violencia». Se recurre entonces al Modelo Ecológico para comprender los diferentes niveles de relación de la violencia, los cuales se explican a continuación.
EL MODELO ECOLOGICO
Se trata de la propia marca o el sello personal del que lo ejecuta, lo cual depende de las actitudes formadas en la persona para llevar a cabo el acto; así como cada persona piensa de manera diferente, los actos violentos también lo son: mientras algunos agreden tímidamente, otros se ensañan sádicamente contra sus víctimas.
- Nivel individual
Aquí se identifican los factores del neurodesarrollo y la historia personal que influyen en el comportamiento de la persona. En cuanto a los primeros, Perry, citando a Halperin et ál., señala:
Para comprender la neurobiología de la violencia es esencial conocer lo siguiente: la capacidad del cerebro para mediar impulsos está relacionada a la razón entre la actividad excitadora de las porciones bajas, más primitivas del cerebro, y la actividad moduladora de las áreas más elevadas sub-corticales y corticales. Cualquier factor que aumente la actividad o reactividad del tallo cerebral (como por ejemplo, el estrés post traumático o crónico), o que disminuya la capacidad moderadora de las áreas límbicas o corticales (ejemplo, el abandono, el alcohol, etc.) aumentará la agresividad e impulsividad del individuo y su capacidad para exhibir violencia (Perry, 1997: 4).
También en el nivel individual se debe considerar la historia personal, que incluye la formación de la personalidad en su estructura de actividad consciente, los niveles subconscientes (que comprenden los subsistemas afectivo-emotivo, cognitivo-productivo que incluyen los planos de la percepción, la imaginación, el pensamiento y la actuación personal), como señala Ortiz (1997: 39). Por lo tanto, en la medida en que en el transcurso de formación de estos niveles se vea afectada la formación de alguno de ellos podrá generarse una falta de equilibrio del comportamiento de la persona, lo que podría ocasionar el incremento de las conductas violentas.
- Nivel de las relaciones
Es el nivel de las relaciones sociales, en las cuales se pueden incluir las existentes en la escuela, la familia y el trabajo, entre otras. Se estudia el modo en el que las relaciones sociales cercanas aumentan el riesgo de ser víctima o perpetrador de actos de violencia. Como se sabe, un entorno violento hace que la persona sea más propensa a ser violenta. Sin embargo, así como el me-dio es capaz de volver al individuo en un ser más vio-lento, este mismo medio puede regular su conducta al configurar su comportamiento y sus experiencias. En este punto es importante señalar que si bien el medio influye en las personas, estas a su vez influencian sobre el medio, esto es, lo regulan y contribuyen a la formación del otro, por ello resulta imposible establecer medidas únicamente individuales para frenar la violencia; esto puede lograrse mediante una intervención que tenga en cuenta los otros niveles de actuación de la sociedad.
La relación entre la vinculación al grupo y la práctica agresiva es circular: por un lado, los conflictos intergrupales hacen que sus miembros se sientan más unidos entre sí, mientras que, del otro, la justificación de la violencia de quienes pertenecen al grupo hace que estos se sientan más dependientes emocionalmente de este (Moreno, 2001: 9).