Thierry Meyssa (Red Voltaire, 21-5-19)
Desviando la atención hacia el tema de Irán
A esas alturas del partido, el presidente Donald Trump recordó a sus subalternos las reglas del juego: luz verde para derrocar a Maduro… pero no para meter a Estados Unidos en una guerra clásica. El presidente Trump es un jacksoniano; su consejero para la seguridad nacional, John Bolton, es un excepcionalista; Elliot Abrams, quien en otros tiempos hizo campaña contra ellos y hoy está a cargo de la cuestión de Venezuela en la administración Trump, es un neoconservador. Así que tenemos tratando de trabajar juntos a tres hombres que representan tres ideologías diferentes que no existen en ningún otro país –exceptuando a Israel, que tiene sus propios neoconservadores. Obviamente, es un equipo que no puede funcionar.
En un esfuerzo por desviar la atención del fracaso sufrido en Venezuela, el Estado Profundo ha iniciado una operación tendiente a dirigir los proyectores mediáticos hacia Irán para salvar a Elliot Abrams y tratar de deshacerse de John Bolton. Ahora la prensa estadounidense cubre a Abrams mientras responsabiliza a Bolton.
Por su parte, al ver que hay una brecha entre el Pentágono y la Casa Blanca, los demócratas acaban de retomar la llevada y traída «trama rusa», o sea la supuesta injerencia rusa en la elección presidencial estadounidense de 2017, concentrándose ahora en Donald Trump Jr., el hijo major del presidente.
El caso de Irán es muy diferente del caso de Venezuela.
En Venezuela, Estados Unidos orquestó desde 2002 numerosas operaciones contra el modelo bolivariano, tratando de destruir su prestigio en Latinoamérica, pero sólo comenzó a actuar directamente contra el pueblo desde hace un año.
El pueblo iraní, por su parte, ha tenido que enfrentar los embates del colonialismo desde principios del siglo XX. Bajo la ocupación británica, durante la Primera Guerra Mundial, el hambre y las enfermedades costaron la vida a 8 millones de iraníes. El derrocamiento del primer ministro Mohammad Mossadegh, organizado conjuntamente por Estados Unidos y el Reino Unido, en 1953, y su sustitución por el general pronazi Fazlollah Zahedi, quien impuso a los iraníes la sangrienta represión de la SAVAK –la policía política iraní de aquella época– son hechos ampliamente conocidos.
Después de la Revolución del imam Khomeini, la detención de los agentes de la CIA sorprendidos in fraganti en una cámara secreta de la embajada de Estados Unidos en Teherán fue presentada en Occidente como una «toma de diplomáticos como rehenes» (1979-81), a pesar de que Estados Unidos nunca presentó el caso a la justicia internacional y de que dos marines liberados confirmaron la versión iraní de lo sucedido. En 1980, las potencias occidentales empujaron Irak a entrar en guerra contra Irán, vendieron armamento a ambos países para garantizar que sus pueblos se mataran entre sí y más tarde lucharon junto a los iraquíes, cuando estos últimos ya llevaban las de perder. Un portaviones francés llegó a participar en los combates sin que la opinión pública francesa fuese informada de ello. Aquella guerra costó 600 000 vidas al pueblo iraní. En 1988, el ejército de Estados Unidos derribó un avión de pasajeros de la línea Iran Air, con saldo de 290 víctimas civiles, sin que Washington presentara nunca algún tipo de excusa a la República Islámica.
Hoy en día, sin entrar a mencionar lo absurdo de las durísimas sanciones adoptadas contra Irán, Estados Unidos e Israel afirman que Teherán sigue trabajando en un programa nuclear que fue iniciado –con ayuda de Occidente– en la época del shah Mohamed Reza Pahlevi. Sin embargo, los documentos más recientes publicados por el primer ministro israelí Benyamin Netanyahu muestran que tales acusaciones son fruto de una extrapolación. Los Guardianes de la Revolución iraníes no buscaban más que fabricar un generador de onda de choque que, aunque podría entrar en la composición de una bomba, no constituye por sí mismo un arma de destrucción masiva.
Es en ese contexto que Irán anunció su decisión de poner fin a la aplicación de una cláusula del acuerdo JCPOA sobre su programa nuclear, decisión que está en todo su derecho de tomar dado el hecho que un firmante de ese acuerdo –Estados Unidos– no está respetando las obligaciones que había contraído. Además, Irán dio a la Unión Europea un plazo de 2 meses para que le comunique si tiene o no intenciones de respetar sus obligaciones. En medio de esa situación, una agencia de inteligencia de Estados Unidos emitió una alerta según la cual una nota del Guía Supremo iraní, el ayatola Ali Khamenei, supuestamente hace pensar que hay preparativos para la realización de atentados contra los diplomáticos estadounidenses en Bagdad y en Erbil, capital del Kurdistán iraquí.
Seguidamente, y supuestamente como respuesta,
1. Washington envió al Golfo Pérsico el grupo aeronaval encabezado por el portaviones USS Abraham Lincoln y retiró de Irak su personal diplomático no indispensable.
2. Arabia Saudita, que acusa a Irán de haber cometido sabotajes contra sus instalaciones petroleras, llama a Washington a iniciar un ataque contra la República Islámica; Bahréin exhortó a sus nacionales a salir inmediatamente de Irán e Irak y ExxonMobil retiró su personal del emplazamiento petrolífero iraquí West Qurna 1.
3. El general Kenneth McKenzie Jr., comandante del CentCom (el mando de las tropas estadounidenses en el Medio Oriente), solicitó refuerzos al Pentágono.
4. El New York Times dio a conocer un plan de invasión de Irán con una fuerza de 120 000 efectivos estadounidenses, inmediatamente desmentido por Donald Trump, quien además propuso a Teherán la apertura de conversaciones.
En todo lo anterior, no hay nada serio.
Contrariamente a las elucubraciones de la prensa:
1. El informe de la inteligencia de Estados Unidos sobre un hipotético ataque contra diplomáticos estadounidenses se basa en una nota del Guía iraní Ali Khamenei. Pero los analistas estiman que esa nota puede ser interpretada de otra manera.
2. El grupo aeronaval estadounidense encabezado por el portaviones USS Abraham Lincoln no fue enviado al Golfo Pérsico como amenaza a Irán. El desplazamiento del grupo aeronaval estadounidense hasta esa región estaba previsto como parte de una serie de ensayos del sistema de combate naval Aegis. Un navío español, la fragata Méndez Núnez (F-104), que participaba en ese desplazamiento como integrante del grupo aeronaval estadounidense, se retiró de esa fuerza por orden del ministerio de Defensa de España, que se negó a meterse en el enredo del Golfo Pérsico. La fragata española no cruzó el Estrecho de Ormuz y se mantuvo en el Estrecho de Bab el-Mandeb.
3. La retirada del personal diplomático estadounidense en Irak es la continuación de la brusca retirada del personal diplomático de Estados Unidos en Afganistán, en marzo y abril. Pero ese movimiento, que constituye de hecho una reorganización, no es un preludio de guerra sino más bien lo contrario ya que fue negociado con Rusia, sobre todo teniendo en cuenta que, sin el respaldo de las milicias iraquíes proiraníes, Estados Unidos perdería su base en el país.
Por desgracia, el gobierno iraní rechaza todo contacto con el presidente Trump y su equipo. Hay que tener en mente que en sus tiempos de parlamentario, el hoy presidente iraní Hassan Rohani fue el primer contacto de las potencias occidentales en el caso Irán-Contras. El presidente Rohani conoce personalmente a Elliot Abrams. Fue Rohani quien puso al Estado Profundo de Estados Unidos en contacto con el ayatola Hachemi Rafsandyani –quien se convirtió en el personaje más acaudalado de Irán gracias al tráfico de armas del Irán-Contras. Estados Unidos devolvió el favor a Rohani favoreciendo su victoria en las elecciones presidenciales frente a los seguidores del ex presidente Mahmud Ahmadineyad, a quienes se les impidió participar en aquella elección y cuyos principales miembros están hoy en la cárcel.
Con razón o sin ella, Rohani cree erróneamente que si el presidente Trump sacó a Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán fue para utilizar la ola de descontento popular que sacudió Irán en diciembre de 2017 y con intenciones de derrocarlo a él. Rohani también sigue creyendo que la Unión Europea favorece a su gobierno, a pesar de que el Tratado de Maastricht y los posteriores tratados europeos prohíben a Bruselas adoptar una actitud que no sea la que adopte la OTAN. Es por eso que Rohani ha rechazado en dos ocasiones las proposiciones de diálogo de la administración Trump y sigue esperando que los globalistas regresen a la Casa Blanca.
Por supuesto, con tantos actores interpretando papeles equivocados es imposible excluir la posibilidad de que toda la farsa degenere en un incidente que provoque una guerra. El hecho es que la Casa Blanca y el Kremlin se hablan. Ni el secretario de Estado Mike Pompeo ni el ministro ruso de Exteriores Serguei Lavrov desean dejarse arrastrar por la lógica bélica.