Marc Vandepitte (Rebelión, 31-10-25)
Trump fue a Corea del Sur para cerrar un trato, pero fue Xi quien se sentó a la mesa con una verdadera baza: tierras raras y medicamentos. Mientras las dos grandes potencias juegan al ajedrez por el nuevo orden mundial, Europa se queda mirando y amenaza con volver a elegir el camino equivocado.
Al margen de una cumbre asiática, Trump y Xi hablaron unos 90 minutos en Busan (cumbre en Corea del Sur). Según Trump, alcanzaron un acuerdo comercial provisional por un año. Xi habría prometido aplazar los recién anunciados controles de exportación chinos sobre las tierras raras, lo que era una gran fuente de tensión porque China domina esa cadena.
Trump calificó la conversación de “un 12 sobre 10” y dijo que quedaban pocos escollos, aunque el acuerdo será revisado cada año. A cambio de la promesa de Xi de frenar los precursores de fentanilo,i EE.UU. reduce a la mitad el arancel de importación del 20 al 10 por ciento. También hablaron de chips: Nvidiaii puede negociar con China sobre exportación, pero no de los más avanzados.
Lucha por el orden mundial
Los dos líderes mundiales fueron cordiales Ante las cámaras, pero en segundo plano se libra un conflicto durísimo. Lo que está en juego es nada menos que el rediseño del orden mundial.
Hasta hace poco EE.UU. tenía una posición dominante e intocable en los ámbitos productividad económica, tecnología y poder militar. La Casa Blanca quiere conservar ese monopolio a toda costa, pero el ascenso de China amenaza con ponerle fin.
Por eso EE.UU. ha identificado a la República Popular China como su principal enemigo e intenta frenar el auge económico y tecnológico de este gigante asiático. EE.UU. libra una verdadera Guerra Fría contra China, pero en realidad se trata de una “guerra híbrida” que avanza simultáneamente por muchos frentes.
Va desde la presión económica – aranceles, sanciones, bloqueo de tecnología china – pasando por ataques jurídicos y demandas de indemnización, acoso diplomático y cerco militar en los mares de China Meridional y Oriental, hasta el apoyo a protestas en Hong Kong, la criminalización de estudiantes e investigadores chinos y un amplio frente de propaganda sobre derechos humanos y la “culpa china” de nuestros problemas económicos.
Todo eso debe legitimar una posible futura guerra “real” y hacer imposible cualquier debate racional al respecto.
Según el prestigioso periodista Martin Wolf, del Financial Times, “la relación entre EE.UU. y China probablemente determinará el destino de la humanidad en el siglo XXI. Ella decidirá si habrá paz, prosperidad y protección del medio ambiente o justamente lo contrario”.
Tendencia imparable
A pesar de todos los intentos de la Casa Blanca de frenar a China económica y tecnológicamente, el país sigue avanzando a gran velocidad. La tendencia parece imparable.
En apenas unas décadas China ha instalado un aparato productivo sin precedentes: más autopistas que EE.UU., puertos, metros y trenes de alta velocidad construidos a un ritmo récord. Es el líder absoluto en tecnología verde.
Hoy China representa más del 30% de la producción industrial mundial y, según el analista Dan Wang, para 2030 aumentrá hasta alrededor del 45 %, más que todos los países ricos juntos.
Ese turbo es el resultado de una estrategia estatal consciente: Pekín invierte cada año sumas gigantescas en lo que llama “nuevas fuerzas productivas” – coches eléctricos, baterías, IA, drones, biotecnología – para depender menos de la tecnología occidental y controlar él mismo las patentes y los estándares.
China tiene varias bazas que le faltan a EE.UU.: una planificación económica, un aparato industrial totalmente integrado, un nuevo tipo de fuerza productiva en torno a megaproyectos (construcción y gestión de infraestructuras gigantescas) y un enorme mercado interno en rápido crecimiento.
Según Dan Wang, Estados Unidos es brillante a la hora de inventar y de “construir la escalera” (patentes, start-ups, IA), pero le falta la capacidad industrial para producir todo eso a gran escala. China sí sube esa escalera y la convierte de inmediato en industria.
Como argumentó Paul Kennedy en The Rise and Fall of the Great Powers, la capacidad de los Estados para ejercer y mantener una hegemonía mundial depende en última instancia de su capacidad productiva.
Cartas fuertes
El deseo de EE.UU. de frenar a China choca, dicho de otro modo, con la realidad. Algo parecido vemos en las negociaciones sobre el comercio recíproco.
El presidente actual presume en este dosier y está acostumbrado a amenazar a otros países, pero frente a China claramente baja el tono. Así, al comienzo de su segundo mandato amenazó con una auténtica guerra comercial contra su “rival” asiático e impuso inicialmente aranceles altísimos a las importaciones chinas, pero tuvo que retirarlos muy rápido.
Esta vez no es diferente. Financial Times señala que es sobre todo EE.UU. el que ahora insiste en un acuerdo y que esto tiene que ver con una toma de conciencia cada vez mayor en Washington de que, si realmente se llega a una dura guerra comercial de ida y vuelta, China tiene más bazas.
Las tierras raras son el arma más visible, porque China controla casi toda la cadena, desde la extracción y el refinado hasta la transformación en imanes. Si Pekín limita las exportaciones, los sectores estadounidenses (y europeos) de alta tecnología, defensa e industrias verdes lo sienten de inmediato.
El diario económico señala que, además de las tierras raras, China tiene otra baza poderosa: es el único que suministra ingredientes químicos cruciales para unas 700 medicinas usadas en EE.UU. Si Pekín estrangula ese flujo, enseguida aparece un problema para la sanidad estadounidense.
Dicho de otra forma: EE.UU. tiene más que perder en un conflicto prolongado que China, porque su industria y su sistema de salud dependen en varios puntos de un único proveedor de insumos indispensables. Por eso Washington quiere un acuerdo, y por eso Pekín puede jugar más duro.
Los dos líderes quieren visitarse pronto: Trump viaja en abril a China, pero Pekín todavía no ha confirmado el acuerdo ni los detalles. Varios snalistas advierten que,si la ejecución se atasca, ambos países pueden volver fácilmente a los aranceles altos y a las prohibiciones de exportación de los últimos meses.
¿Y Europa?
En la confrontación económica y tecnológica con China la UE se ha dejado arrastrar en el pasado de manera innecesaria por EE.UU., mientras que sus propios intereses suelen estar más cerca de China y del Sur global.
El reciente caso Nexperia lo muestra claramente. Países Bajos tomó el control de la empresa de chips Nexperia, radicada en los Países Bajos pero de propiedad china, “por motivos de seguridad”, tras lo cual Pekín interrumpió de inmediato la exportación de los chips de Nexperia empaquetados en Dongguan. De repente toda la industria manufacturera occidental se vio con un agudo problema de cadena de suministro que solo puede resolverse con buena voluntad china.
En lugar de ver a China como un rival sistémico, Europa debería considerar el sistema multipolar en ascenso y el crecimiento de los BRICS como una oportunidad para ayudar a conformar un nuevo orden multilateral. El centro de gravedad de la economía mundial se desplaza cada vez más hacia Asia, con China como locomotora. Para Europa sería muy imprudente dejar pasar esa dinámica de crecimiento. Si, no obstante, sigue la estrategia de contención de EE.UU., Europa se aislará internacionalmente y se hará más dependiente de Washington, que se muestra cada vez menos como aliado protector y cada vez más como socio dominante.
Europa está en una encrucijada histórica. ¿Se dejará arrastrar a una guerra comercial destructiva impulsada por EE.UU. o será capaz de trazar una línea autónoma y construir una relación económica constructiva con China, sobre la base del beneficio mutuo? Hay mucho en juego.
Texto original: https://www.dewereldmorgen.be/artikel/2025/10/30/aziatische-top-trump-wil-deal-xi-heeft-de-hefboom-en-europa-kijkt-toe
Notas:
i El fentanilo es un analgésico sintético muy potente (unas 50 a 100 veces más fuerte que la morfina) que es barato y fácil de mezclar con otras drogas. En Estados Unidos esto provoca sobredosis masivas, porque las personas que consumen a menudo no saben que hay fentanilo en sus sustancias. Por eso se ha convertido en la principal causa de intoxicaciones mortales por drogas.
ii Nvidia es la principal empresa estadounidense de chips que fabrica sobre todo procesadores gráficos, hoy la norma para IA, centros de datos y supercomputadoras. Desde 2022, EE.UU. impone a Nvidia estrictos controles de exportación, de modo que ya no puede enviar libremente sus chips de IA más potentes a China. La empresa debe por lo tanto desarrollar versiones rebajadas o solicitar una licencia, lo que busca frenar el acceso de China al hardware de IA de máxima gama.

 
									 
						 
							 
							 
							 
							 
							