Hamlet Hermann (Hoy, 17-10-11)
Un acto fue organizado por la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) el miércoles 12 de octubre recién pasado sobre las realidades y perspectivas de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA). Los asistentes aprendimos mucho sobre el esfuerzo que hacen algunos países del continente para integrarse en base a la cooperación y la solidaridad, mientras preservan con celo sus respectivas independencia y soberanía.
El profesor dominicano Faustino Collado preparó históricamente al auditorio con una didáctica exposición de las principales alianzas económicas entre naciones soberanas que fraguaron durante el siglo XX. Expuso el economista cómo se crearon organismos y tratados comerciales que siempre beneficiaban a los países colonialistas o inmensamente poderosos. Refrescamos entonces los conocimientos sobre los tratados de tarifas y aranceles que no eran otra cosa que el choque entre el huevo y la piedra. Collado dio una cátedra que permitiría entender, a seguidas, que la ALBA es algo diferente, novedoso y necesario para estos tiempos en que el capitalismo está en la más profunda crisis de la historia.
El embajador de la República Bolivariana de Venezuela, Alfredo Murga Rivas, con una sencillez de espanto, informó que, desde 2002, los venezolanos conmemoran cada 12 de octubre la resistencia indígena, al tiempo que condenan el exterminio criminal de las civilizaciones originales. Aquel simple enunciado anticipaba el contenido de lo que significa la ALBA para los siempre postergados del continente. El embajador venezolano trataría entonces en detalle la importancia del acuerdo de PETROCARIBE para los países del área, particularmente República Dominicana. Murga recomendó que cada país latinoamericano debiera colaborar con sus vecinos, no con un criterio comercial donde sólo el mercado tiene la palabra, sino con espíritu solidario que permitiera alcanzar mayores niveles de desarrollo sin lesionar la independencia ni la soberanía nacional de los pueblos.
Fue entonces cuando Alexis Brandich Vega, quien había presentado su carta credencial como embajador de Cuba apenas unas horas antes, debutó como diplomático en territorio dominicano; afortunadamente en la UASD. Hablaría sobre el criminal bloqueo de Estados Unidos contra Cuba, que ya dura medio siglo, procedimiento extraterritorial inhumano reiteradamente condenado por 187 países miembros de la Asamblea General de Naciones Unidas, pero que Estados Unidos e Israel desprecian. Fue entonces cuando Brandich hizo la pregunta: ¿qué hubiera sido de Cuba sin la ALBA?
Cuba presta servicios a la vez que suministra tecnología de productos en apoyo amplio a los programas sociales de los pueblos hermanos. Como compensación, aquellos países pagan el aporte cubano con petróleo y otros productos. El embajador advirtió al auditorio que cuanta medida toma ahora el gobierno de Cuba está orientada a garantizar la continuidad e irreversibilidad del socialismo, porque siempre prevalecerá la planificación y no el cruel mercado que patrocina el hambre y el atraso.
Tocó entonces el turno al cónsul de Bolivia, María Teresa Lavayen, quien describió el nuevo enfoque ideológico titulado Vivir Bien, puesto en marcha por el presidente Evo Morales. Esa visión es la implementación del plan nacional de desarrollo Bolivia Digna, Soberana, Productiva y Democrática. Transcurrió su discurso provocando sorpresa tras sorpresa por los logros alcanzados junto con la ALBA. Explicó cómo su país se sumó a los países libres de analfabetismo con el apoyo cubano y venezolano vinculando a las letras a millones de indígenas.
Nuestro mayor asombro tuvo lugar cuando Lavayen enumeró en detalle las operaciones oftalmológicas gratuitas realizadas. No sólo por el efecto a favor de los bolivianos, sino porque, gracias a la ALBA, se ha beneficiado a ciudadanos de los cinco países que hacen frontera con Bolivia. Han recuperado la visión a través de las brigadas médicas de la ALBA trabajando desde Bolivia: 33,911 brasileños; 27,480 argentinos; 19,067 peruanos; y 312 paraguayos. Ese servicio da una idea clara de los alcances del modelo de integración basado en la cooperación, la solidaridad y la voluntad común que abriga la ALBA.
Evidentemente, los que asistimos a este acto fuimos privilegiados con una información de primera mano que debía reproducirse una y otra vez para que los dominicanos volvamos a tener contacto con la solidaridad internacional que sirve a las mayorías de los pueblos, no al oportunismo de los políticos.