Por Angel Moreta
Si es cierto que las primeras medidas que implementa un gobierno recién inaugurado es la brújula que indica el rumbo hacia donde está mirando y por demás, un adelanto de cual será el manual operativo con el que conducirá su gestión político-administrativa, debemos entender que el presidente Barack Hussein Obama se ha expresado claramente.
Sin referimos a su presencia en las celebraciones de culto religioso de la fe que supuestamente profesa, ni a su convicción de «creyente», pues al fin y al cabo esto es un tema de índole personal, pero sí al discurso relativista con el que mintió a los electores y al mundo, del cual los hechos nos hablan hoy.
El presidente Barack Obama nos dijo que el país más poderoso del planeta tiene un compromiso con el combate a la pobreza como instrumento para la consolidación de la democracia y las relaciones pacíficas entre los diferentes pueblos que la conforman.
Sin embargo, la medida con la que liberaliza fondos para el aborto a las agencias y organizaciones que operan fuera del territorio norteamericano tiene la siguiente lectura: Menos recursos para los proyectos de desarrollo y más fondos para el control poblacional, por medio del exterminio de seres humanos no natos.
Es obvio que el presidente Obama minimiza el precio de la sangre vertida, para que los principios cristianos fuesen el estandarte con que los Padres Fundadores cimentaron la grandeza de los Estados Unidos de Norteamérica, gracias a los cuales abrieron los brazos a multitudes provenientes de todos los confines.
Una historia llena de «Rasgos de Valor», muchos de los cuales fueron recogidos y descritos con maestría sapiencial por el presidente Kennedy, en la obra biográfica con la cual ganó el premio Pulitzer.
Debemos esperar, pero a mi juicio, el presidente Obama está escribiendo el epílogo de una nación y abriendo las puertas a la fragmentación de su territorio, cuyas poblaciones se aglutinarán, según los grupos de criterio predominantes en sus diversas comarcas (Articulista Luis Manuel Gómez).