Misión Verdad (10-8-23)
La integración en el contexto de globalización actual, más que una opción, se convierte en una necesidad ineludible. Atrás quedaron los años del aislacionismo como opción de supervivencia o el proteccionismo exacerbado como garantía de desarrollo nacional. En un mundo interconectado el abordaje en conjunto es indispensable, la integración es un imperativo para la existencia y desarrollo de un país. El problema es cómo se afronta ese proceso.
Para muchos, las cercanías geográficas, las similitudes políticas y la complementariedad de intereses económicos o militares determinarían la motivación de un país para participar juntamente con otros en un esfuerzo de desarrollo colectivo. En el caso venezolano, la Constitución en su preámbulo, así como en los artículos 153 y 318, al hablar de los procesos de integración, favorece que se desarrolle en el plano latinoamericano y caribeño, lógico cuando es ese el espacio natural por geografía, historia y cultura donde debería terminar de detonar la articulación política y económica. Para Venezuela y la región esto no ha sido posible.
La interferencia de poderes externos a la región, el tutelaje que sufren algunos países y la mezquindad de otros que no saben conjugar los intereses nacionales con los regionales han conspirado para que no se materialice la integración latinocaribeña, y así consolidarnos como un bloque con influencia decisiva en los asuntos internacionales.
Si hacemos el foco en Venezuela, aparece el cerco diplomático regional que se implementó contra el Estado en el marco del «proyecto Guaidó», que encontró en el continente un apoyo inusitado —solo visto en la época de la Guerra Fría con la suspensión de Cuba de la Organización de Estados Americanos (OEA)— materializado tras la suspensión del que fue objeto en el Mercado Común del Sur (Mercosur), con el constante intento de aplicación de la Carta Democrática Interamericana en el seno de la OEA y con la creación del Grupo de Lima.
Venezuela logró sobreponerse a esa situación gracias a la apuesta, que viene realizando desde hace dos décadas su gobierno, por la diversificación de sus relaciones políticas, diplomáticas y comerciales, cuya expresión más resaltante reside en los vínculos construidos con actores emergentes de la nueva configuración multipolar a la que estamos asistiendo, y que va más allá de China o Rusia.
En dicha cartografía y como un paso más en esa dirección, el compromiso manifestado por Venezuela de participar en la propuesta China de la Iniciativa Global para el Desarrollo (Franja y Ruta) desde el año 2018, y los más recientes anuncios de la vicepresidenta ejecutiva del país, Delcy Rodríguez, sobre la solicitud del Estado de ingresar al Consejo Energético de los Brics, así como lo notificado por el canciller, Yván Gil, acerca de la solicitud que está haciendo Caracas para incorporarse como país accionario al Banco de Desarrollo del bloque, abren múltiples posibilidades de cooperación tanto para Venezuela como para los Brics. Esto se presentan, cuando menos, interesante.
LOS BRICS Y VENEZUELA
Los Brics incluyen cinco economías emergentes: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Según los datos de Acorn Macro Consulting, esas naciones ahora contribuyen con casi 31,5% del PIB mundial, lo que supera la participación de los países del G7 —norte desarrollado— de 30,7%. A esto debemos sumarle que albergan más de un tercio de la población mundial y, en conjunto, se constituyen en un núcleo productor de alimentos muy relevante.
Aunque a primera vista no pareciera, Venezuela y los Brics tienen más en común de lo que pudiera ostentar el país caribeño con otras plataformas regionales como la Unión Europea. Basta pensar en las coincidencias geopolíticas planteadas por ambos actores en la actualidad:
- Reformar la gobernanza de las instituciones financieras de Bretton Woods (Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial) ya que son instancias controladas por un grupo reducido de países desarrollados (Estados Unidos y Europa occidental), quienes detentan el mayor poder de participación, voto y decisión.
- Férrea oposición al unilateralismo y al proteccionismo comercial; por el contrario, se observa una apuesta a generar espacios de cooperación Sur-Sur tendientes a fortalecer el multilateralismo.
- La soberanía y la no intervención como principios centrales en el relacionamiento internacional, en virtud de lo cual se evita la intromisión en asuntos internos. El Estado vuelve a estar en el centro de la discusión internacional.
- Apuesta por el establecimiento de un orden mundial más justo, democrático y multipolar basado en el papel central de las Naciones Unidas y el respeto del derecho internacional.
LA ENERGÍA VENEZOLANA EN LA AGENDA BRICS
Los Brics conforman un grupo de países que aglutina grandes productores de energía, pero que, a su vez, también representan grandes consumidores. Tales Estados no solo han logrado incursionar en el mercado tradicional de la energía fósil sino que también, a través del esquema I+D, vienen impulsando la industria de energía renovables respetuosas con el medio ambiente.
- Actualmente, los combustibles fósiles dominan el balance energético en los países Brics. Casi la mitad de toda la energía consumida es carbón, la proporción de productos derivados del petróleo es de 23% y la porción del gas natural es de 13%.
- Los países Brics están creando sistemas energéticos modernos y respetuosos con el medio ambiente. Entre 2008 y 2019 proporcionaron un crecimiento de 30% en el consumo mundial de gas, un aumento de 52% en el consumo de energía renovable —incluida la energía hidroeléctrica— y mostraron una dinámica global positiva en la energía nuclear.
- Venezuela, como poseedora de la primera reserva petrolífera mundial y con la cuarta mayor reserva de gas, concentra un potencial nada despreciable que debe ser considerado en la agenda energética global, incluida la de los Brics.
- La presencia de minerales estratégicos en el Arco Minero constituye un potencial a desarrollar con miras a contribuir con el desarrollo de la industria de tecnología —donde el coltán juega un rol central— y en la industria de la transición energética —cobre, plata, oro, casiteria, níquel, rodio, titanio, por solo citar algunos—, sectores donde los Brics están apostando al I+D.
LOS BRICS Y LA NUEVA GOBERNANZA FINANCIERA: UN ALICIENTE
Más allá de las posibilidades de financiamiento e inversión que representa los BRICS en conjunto o individualmente por país, la nueva gobernanza que está planteando a lo interno a través de iniciativas como las del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) y especialmente la de pagos en monedas nacionales y cartas de créditos en monedas nacionales representa un aliciente para países como Venezuela, que se han visto sumamente afectados en sus posibilidades de inversión y financiación para el desarrollo por la aplicación de sanciones.
- Recordemos que las sanciones aplicadas contra Venezuela en general y a empresas estatales como PDVSA en particular, han afectado el flujo de inversiones necesarias para el mantenimiento de los proyectos de exploración, explotación, refinamiento/procesamiento y comercialización que toda industria hidrocarburífera debe desarrollar.
- Las sanciones también han afectado la incorporación de nuevas inversiones a sectores no tradicionales en Venezuela como el gasífero y el minero e impiden la libre participación de la república en los mercados mundiales de capitales por las diversas prohibiciones existentes, entre ellas las contenidas en la Orden Ejecutiva 13835 de Estados Unidos.
Venezuela puede incorporarse al Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS por intermedio del Banco de Desarrollo Económico y Social (Bandes) -como ocurre con BID y CAF- cumpliendo los requisitos establecidos en el artículo 8 del acuerdo suscrito en Fortaleza, Brasil, que entre otros establece que la adquisición de acciones no debería superar el 7% de las acciones totales del banco (cada una cuesta 100 mil dólares).
- Actualmente Bangladesh posee 1,79% de las acciones (se incorporó con un capital de 942 millones de dólares), Egipto tiene 2,27% (se incorporó con 1.192 millones de dólares) y Emiratos Árabes Unidos controla 1,06% (se incorporó con 556 millones de dólares): estos tres países son miembros no fundadores de los BRICS pero que participan del NBD.
Si Venezuela lograra participar del Mecanismo de Cooperación interbancaria suscrito por el Banco de Desarrollo de los países BRICS reduciría su exposición al dólar disminuyendo el impacto de las sanciones asociadas a las restricción de usar la arquitectura de pago controlada por Estados Unidos, como lo representa la plataforma interbancaria SWIFT, ya que con este mecanismo los bancos miembros se extienden créditos entre sí en monedas locales, con el objeto de fortalecer y desarrollar las relaciones comerciales y económicas entre los bancos miembros incentivando la disminución del riesgo cambiario derivado del comercio transfronterizo y reduciendo la dependencia del dólar estadounidense. Actualmente esto ya está ocurriendo.
La certificación de las reservas contenidas en el Arco Minero, así como el desarrollo de los proyectos gasíferos costa fuera, pueden ser objeto de financiamiento del NBD una vez Venezuela se incorporase como miembro accionario, lo que generaría nuevas fuentes de ingresos al fisco nacional, sin hablar de la infraestructura crítica que se abandonó producto de la sequía de financiamiento: la conclusión de la central hidroeléctrica «Manuel Piar», el segundo puente sobre el Lago de Maracaibo, el tercer puente sobre el río Orinoco, el desarrollo del Proyecto Gasífero Mariscal Sucre, entre muchos otros.
SIN SER LA TIERRA PROMETIDA
La inserción de Venezuela en las lógicas geoeconómicas y geopolíticas de los BRICS pudiera generar un riesgo de aumento en la incomodidad y malestar que mantiene Estados Unidos hacia el país, ampliándose el ruido y desconfianza que actualmente caracterizan las relaciones bilaterales y dándole nuevos argumentos a los sectores que apuestan por instalar en Miraflores un gobierno más sensible a los intereses estadounidenses y europeos.
No obstante, el país no debería permanecer inmóvil ante el escenario de transición que se viene planteando y que se está consolidando lentamente. Venezuela debe apostar como lo viene haciendo a la construcción de un escenario mundial multipolar en donde el respeto por la soberanía, la no injerencia y la autodeterminación sean los principios rectores del relacionamiento internacional y los BRICS son un espacio en donde, hasta los momentos, se teje esta dinámica.
Venezuela con sus potencialidades tiene mucho que aportar a esta plataforma geoeconómica y geopolítica que está configurando el nuevo orden internacional, a consolidarse en las próximas décadas. Solo este motivo es razón suficiente para que el país participe activamente en este bloque que se consolida como un espacio fundamental de poder mundial.