Por: Angel Moreta (Autor-Editor)
Contrariamente a la política del presidente Abinader, que ha solicitado reiteradamente compromisos y cooperación internacional para la República de Haití, en una postura repetidamente caracterizada por exigir a la ONU colaboración para ayudar a mejorar las condiciones económicas y sociales de ese país.
Abinader ha hecho una solicitud congruente con la democracia. Pide la colaboración de todos los países del mundo pero sin plantear una intervención militar directa en la vida haitiana, su posicionamiento obedece a una actitud solidaria, de cooperación pero no de intervención militar.
En este sentido, la posición del presidente Abinader ha sido producto de un convencimiento democrático y de una postura de ayuda al vecino país. Y lo ha hecho permanentemente desde que asumió la presidencia de la República Dominicana.
La actitud del canciller ha sido mezquina con Haití, puesto que defiende como solución la intervención militar de Haití. Es decir una postura que defiende el desmantelamiento de la nación de ese país y no su recuperación parcial o total.

Ciertamente, los gobiernos de la República Dominicana no deben echar leña al fuego para satisfacer los intereses de las potencias occidentales y sus satélites de Francia, Canadá e Inglaterra y Estados Unidos primordialmente.
Haití ha sido un pueblo orgulloso que a pesar de su pobreza absoluta mantiene a nivel popular un orgullo nacional que viene de la guerra de independencia, la primera guerra en América Latina que ha tenido un carácter social, popular y soberanista. Pero no ha logrado desdichadamente la integración nacional de los distintos sectores que componen la nación de la República haitiana.
De lo que se trata ahora no es de una intervención militar, sino de una intervención que nace en la cooperación, de una intervención generosa y solidaria, tendente a ayudar a ese país a lograr amplios niveles en la calidad de vida, en la educación, en la salud, en la alimentación, en la cooperación, en la agricultura alimentaria y en la inversión económica.
Las bandas criminales son un fenómeno creado por Estados Unidos y Canadá, y que busca una política de doble cara, por un lado, el neocolonialismo y por otro lado la violencia y el crimen.
Pensemos en el presidente Moise, al igual que a Kennedy, que todavía no sabemos quién lo mato, nadie sabe quién mato al presidente Moise. Sin embargo, únicamente sabemos que fue asesinado por personal de otros países contratado para llevar a cabo una obra de desestabilización total, de desesperanza y desesperación.
La mente humana no entiende cómo países como los Estados Unidos pueden tener, pueden presentar, pueden desarrollar tanta hipocresía, tanto engaño y doble cara.

Tantos crímenes, humillaciones, pobreza, miseria, inseguridad, doble cara frente a la nación haitiana, y nadie puede responder concretamente quién mató a Moise. Sabemos que fueron los Estados Unidos los que propiciaron el asesinato y sabemos que las armas de las bandas criminales vienen de la Florida, pero en nuestros países pocas personas y sectores sociales están en disposición de decir la verdad y continúan tolerando tanta infamia e hipocresía de EU y sus satélites.
Las bandas criminales operan fundamentalmente en la capital Puerto Príncipe. El resto del país están en relativa calma por lo cual nadie tiene autoridad ni moral para una intervención militar a otros países y particularmente en Haití.
Está claro que República Dominicana y la mayoría de países de América Latina se oponen a esa intervención armada de Estados Unidos y sus satélites, a través de Canada, Francia, Inglaterra y ahora Kenia, un país africano dominado por el neocolonialismo francés y las potencias occidentales.
Ahora el ambiente en América Latina es un tanto diferente. El continente despierta o comienza a despertar en contra de las acciones negativas y de la explotación económica, social, y cultural a que estamos sometidos. y tanto es así que ningún país latinoamericano, salvo Guatemala, y otros centroamericanos, ha hablado de una intromisión militar en la nación caribeña. Y esto es parte de la nueva actitud latinoamericanista que encabezan Venezuela, Argentina, Brasil, México, Cuba y otros países del continente.
El presidente dominicano ha sido claro en estas demandas en la ONU, pero los unipolaristas, que defienden un mundo unipolar en decadencia, unipolaristas de siempre, han querido confundir con la idea de una intervención armada vestida de contrabando.
Mal podría República Dominicana solicitar una intervención militar, nosotros hemos sufrido tres intervenciones y sufrimos actualmente el control de nuestros recursos naturales, la explotación inmisericorde de nuestras minas, la intervención de varias empresas en la búsqueda del petróleo, del gas, del oro, etc.
Actualmente estamos invadidos por Estados Unidos. Tienen el control de todos los mecanismos económicos, financieros, culturales, etc., y son beneficiarios privilegiados prácticamente de toda la riqueza dominicana.

Bien hizo el presidente Abinader al calificar como “irresponsables” a la mayoría de los funcionarios de la ONU que piden una intervención de este tipo en la República de Haití, más aún, piden la suspensión de las repatriaciones y la creación de territorios para asilados haitianos, pero esto implica cero gasto y sacrificio económico para los Estados Unidos; y en cambio, sin poner un centavo.
En verdad son unos irresponsables, quieren que la República Dominicana se sacrifique al máximo con campamentos de refugiados instalados en el territorio nacional y suspensión de repatriaciones. (Seguiremos)