Umberto Mazzei 8Aporrea, 30-10-25)
Rusia anunció este domingo que ha probado con éxito el misil de crucero de largo alcance con propulsión nuclear apodado Burevestnik.
El jefe del Estado mayor de las Fuerzas Armadas rusas, el general Valeri Guerásimov, fue el encargado de explicar los pormenores del lanzamiento al jefe del Kremlin, Vladímir Putin, quien dio por buena la exposición y ordenó “determinar los posibles métodos de uso” y comenzar a preparar las infraestructuras necesarias para ponerlo en servicio.
El misil es además maniobrable, viaja a velocidad hipersónica y cubrió 14.000 km en 15 horas. El Burevestnik puede transportar ojivas nucleares tanto tácticas como estratégicas y su autonomía le permite llevarlas a cualquier rincón de la tierra, pues su alcance demostrado de 14.000 km es cercano al de la circunferencia terrestre. Como se trata de un misil crucero maniobrable no hay posibilidad de interceptarlo porque no actúa como los otros misiles intercontinentales que son todos misiles balísticos y realizan una parábola calculable para la interceptación, bien sea en la fase de ascenso o de descenso. Los misiles crucero maniobrables no tienen trayectorias previsibles y por ello no pueden ser interceptados. El Burevestnik marca una diferencia sustancial con todas las otras potencias nucleares cuyos medios de entrega a largo alcance son siempre y solo misiles balísticos.
Este éxito de la ciencia bélica de Rusia debería devolver la serenidad al agitado e imprevisible presidente Donald Trump al considerar una confrontación bélica con Rusia, Con igual resignado realismo deberían actuar los políticos que toman las decisiones en las otras dos potencias nucleares europeas (Reino Unido y Francia), pues Rusia no solo los aventaja en tener el mayor arsenal de ojivas nucleares, sino que con este nuevo misil a propulsión nuclear tiene un modo de ataque del que Estados Unidos y las otras potencias nucleares carecen.
El Burevestnik debería devolver la cordura quienes buscan continuar la guerra que desataron en Ucrania con la intención de provocar el colapso por agotamiento de Rusia para arrancarle por la fuerza sus infinitos recursos.
